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"No he muerto, solo me fui antes."

Sí, eso es lo que pienso yo y mi mente. Mi mente piensa en que he muerto pero no me he muerto, obviamente; solo se ha ido una parte de mí. Una parte muy importante. ¿Y ahora qué me queda? Pienso y pienso, buscando a muchas personas pero realmente solo sigo viva por mi madre. Solo nos tenemos a nosotras dos. Vale, quizás estoy exagerando porque hay más gente pero no las veo necesarias en mi vida, en cuanto a familia. La familia, esa cosa que dicen que está ahí para ayudarte pero ¿que pasa cuando solo tienes a dos personas para ayudarte? Y de esas dos, mi abuelo y mi madre, ya solo me queda mi madre; el resto es de relleno. Los veo como las personas convenidas que solo les interesa que los alabes, que les rías las gracias y, por supuesto, que estés ahí para ellos pero que para ti no estarán nunca. Y cuando digo nunca, es NUNCA. Sin embargo, tengo muchas ganas de conocer a mi familia de Argentina porque pienso que son diferentes a la familia que tengo aquí en Sevilla y en Barcelo

Porque extraña cada todo lo que más quería...

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Puede ser que sea cierto eso que dicen de que es mejor no escribir cuando se siente dolor o rencor hacia alguien o algo, pero cuanto más dañada está una persona, mayor son las ganas de escribir para sentirse mejor. Y esta vez por mucho que escriba, nada hará que me sienta mejor porque tu muerte ha sido... No sé ni cuál sería la palabra más apropiada para explicar cómo me siento, solo sé que hay veces que me siento perdida, sola, vacía y otras, sin embargo, siento como si estuvieras a mi lado, como si me abrazaras, como si no me dejaras sola. Al principio, me acuerdo que antes de ese día, ese 25 de diciembre, estaba pensando en que sí que había una pequeña posibilidad de que podría llegar a querer la Navidad, la última Navidad que íbamos a estar juntos, pero siempre tuve la esperanza de que no fuera la última, esperaba que fueran al menos las suficientes para poder querer la Navidad, y la verdad es que me estaba esforzando y haciéndome a la idea de que tenía que ver la Navidad de otra
¿Sabes esa sensación de querer llorar cada vez que te recuerdo? ¿De lo que podía haber sido y no ha sido? Como cuando te fuiste alejando pero no querías porque no estabas seguro y hacías cosas que decían todo lo contrario de lo que hacías. Mil veces me alejé y mil veces volví a ti, no quería alejarme pero cada paso que dabas me alejaba más de ti. Y sí, fuiste tú quién nos destruyó a los dos, sobre todo a mí. Total somos estrellas fugaces, cogemos los deseos de las personas que no importan en ese momento y los hacemos realidad pero sin tener en cuenta que esos deseos que hacen tan feliz a esa persona se puede volver en su contra con el tiempo y toda esa felicidad se convierte en amargura porque eso es lo que tiene el amor que puede ser un veneno dulce al principio y un veneno amargo al final. Pero da igual como sea ese veneno, lo importante son las personas que nos hacen mirar el mundo como si no lo hubiésemos visto nunca, personas que te sacan a la superficie cuando se está mal, perso

Lo que más me gusta: tú, tú y mil veces tú.

Si me dieran apenas unos pocos minutos para decir que es lo que más me gusta, diría que me gusta el olor a café recién hecho, que me gusta escuchar la lluvia, que me gustan las lentejas, que me gustan las rosas rojas, que me gustan los tacones, que me gusta el olor de un libro nuevo, que me gusta recordarte, que me gustan mis amigos. Diría también que me gusta como soy cuando estoy contigo y cuando no estoy contigo también, que me remolonear en la cama hasta las tantas de la mañana, que me gusta verte sonreír, que me gusta el chocolate, que me gustan los atardeceres, que me gusta recordar el día que amanecimos juntos, que me gusta hacer fotos, que me gusta explotar pompas de plático hasta que se escuche como si fuera una tormenta, que me gustan los gatos, que me gustan los peluches, que me gustan tus manos. Y seguiría diciendo que me gusta ver como dos personas se quieren por encima de todas las cosas, que me gusta el día de San Valentín y celebrarlo aunque no tenga pareja, que

El camino los unió y los separó.

Y entonces ella entendió que la sonrisa era el sentimiento que nos provocaba una persona y que no tenía nada que ver con los labios ni con la curva de la boca. Tenía más que ver con el brillo de los ojos de una persona que se había pasado más de media vida llorando. Y que ahora vuelven a llorar esos ojos. De tristeza. Porque ella no aguanta más, está cansada de fingir que está bien y es feliz. No puede atribuirle el sentimiento de felicidad a él pero hacía que toda su vida fuera diferente. Ponía luz en su vida. Y cómo no iba a quererlo, si cada vez que él la miraba, ella pensaba en lo hermoso que era. Y cómo no pensar en que iba a hacer cuando sus brazos no la abrazacen más. Ahora ella tiene que lidiar con ello. Recuerda cuántas veces le dijo que lo echaba de menos y él le decía que quería que ella estuviera allí con él. Y ella todavía sigue pensando en él y en que haría lo que fuera por seguir aferrándose a su recuerdo, por cambiar algo.  Pero su mente tiene otro plan, destroza

Lo peor que nos puede pasar es que sigamos de pie cuando nuestros pilares no sobrevivieron a la pérdida.

¿Lo peor que te puede pasar es que olvides a alguien con quien nunca has compartido unos bonitos momentos, sólo sueños y fantasías? No, lo peor que te puede pasar es que olvides a aquella persona que te ha dado sonrisas y hermosos momentos a su lado. Aunque le hayas dedicado silencios, esa persona ha sabido rellenarlos con caricias y ternura. A algunas personas les preocupa que pase el tiempo y nunca consigan salir de la tristeza que les provoca aferrarse al recuerdo. Pero a mi, ni me preocupa ni me asusta. No tengo miedo de vivir aferrada a su recuerdo, a tropezar cada vez que recuerdo su sonrisa, a mentir cada vez que te preguntan cómo estás. La verdad, es que no sabía que mentía tan bien. Hasta yo me lo creo. Incluso aprendes a sonreír sin motivos. Tampoco tengo miedo de preferir la soledad y el dolor porque no quiero volver a caer, no quiero que nadie me espere y mucho menos que espere a que se curen mis heridas. No quiero a nadie que me diga que no eche raíces, quiero a alguien

A veces sólo es necesario creer que es posible.

La vida pasa tan rápido como cuando se marcha un avión surcando el cielo y como pasan los atardeceres en tan sólo unos minutos. También hay cosas que tienen prisa por alejarse, aunque nunca se hayan acercado tanto como para notar luego su pérdida.  Como esas miradas tristes, debido a la incomprensión, que se pierden cuando nadie mira. O cuando buscamos otras respuestas a las preguntas que nos sabemos de memoria. Y cada vez que nos soñamos, nos rompemos un poco más a nosotros mismos. Los sueños nos gritan lo que queremos y, la verdad, yo ya estoy harta de que vagar en ellos sin rumbo y encontrarte al final del camino. Luego caminamos como si nada, como si quisiéramos que el tiempo fuera nuestro favor. Y todo esto lo recuerdo con el sonido de la lluvia pero no está lloviendo.  Y si luego nos encontramos en la calle, nos ponemos una máscara y dejamos que jueguen las apariencias que ya luego, si acaso, recogeremos los trozos de nuestros sueños muertos. Y es que nunca aprendimos a no